Acurrucados en el sofá, y tus labios comienzan a robarle besos a los mios. El televisor se convierte en un lejano murmullo. La ropa comienza a desvanecerse. Tus dedos acarician cada centimetro de mi espalda y mi piel se estremece bajo ellos. Ligeros espasmos y una leve risa que se escapa de tus labios. Tan adultos, y tan niños a la vez. Te abrazo y puedo sentir tu respiración en mi cuello. Suaves besos lo recorren. El tiempo está parado, solo tú y yo.
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