Mi novio me apoya como nadie en esta aventura de escribir en el blog, hasta el punto de que el otro día me dijo “enserio cari, deberías escribir”. Atónita me quedé la verdad, no me lo esperaba. “¿Una historia?” “Claro”
No voy a engañaros, y mucho menos engañarme a mi misma. Siempre he querido saber escribir, pero lo siento, no es lo mío. Me he repetido eso a mi misma miles de veces. Está claro que hay gente que nace con ese don pero… ¿porque si me esfuerzo enserio no podría yo lograrlo? No es que no lo haya intentado. Suman varias las veces que me he sentado frente al ordenador a escribir, pero más suman las veces que no he sido capaz de superar las 20 líneas.
Desde que empecé este blog, aquellos que me leéis y me dais vuestro apoyo me hacéis sentir que quizá puedo lograr más de lo que creo, y que quizá no se me de tan mal como pienso entro de plasmar mis pensamientos en un texto digno de leer. Nada tiene que ver este hecho con escribir una historia claro está. Pero, y dejadme basarme en nuestro maravilloso refranero, y “Roma no se construyó en un día” y “el que no arriesga no gana”.
Escribo hoy únicamente por esto. Quiero dejar constancia delante de ti que estás leyendo esto que voy a intentarlo. Y esta vez de verdad. Se acabó el “me he atascado pues ya no sigo”. Si me atasco hoy sigo mañana. Pero quiero contar una historia digna de ser leída, y voy a conseguirlo. Y lo voy a hacer ¡por mi!
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